sábado, 16 de junio de 2007

"El Cubo" ( "Visiones" - 3 )

Aquí en mi silla de mimbre entrelazado llevo ya dos horas sentado esperando, pero aún no ha llegado. Acostumbro a estar en este mismo lugar durante horas inclusive, por los últimos diez años, mientras las sombras y la luz, invisibles, cambian de posición en una danza sin fin del otro lado de la ventana de mi comedor. He experimentado aquí la belleza virgen del olor de una mujer y la violencia nata de un conductor furioso al pasar, la aspereza o el frescor del viento según la cambiante rueda sin fin de las estaciones y la realidad misma vibrando en el más insignificante detalle sutil.
En mi piel, como si fuese un medidor de resistencia galvánica, guardo el registro de tantos abrazos, apretones de manos y caricias que a mí han llegado, como también todo aquello que al segundo está por pasar, como el roce un instante en el futuro de la cola de mi gato o de la cucharilla de té que está por caer.
En mi nariz, a manera de caverna marina, los olores entran como brisas puras y cristalinas, inconfundibles, y los detecto ya no como olores sino como las imágenes de aquellas cosas que los generan, pero más rápido que cualquier otra persona.
No obstante, mi oído es de todos mis sentidos, el más impresionante. Hace años descubrí que la concentración me había dado un maravilloso poder, la capacidad de detectar el más mínimo, fugaz y diminuto cambio en el timbre y modulación de alguien hablando. En sus voces veía llegar hasta mí un torrente de información infinitamente mayor que el contenido en el mensaje mismo que se me relataba. Cada cambio en la respiración del hablante, cada cambio en su posición corporal, cada mentira en aquello que se relataba y cada tensión de sus músculos eran para mí tan evidentes como la radio tocando pop en la casa vecina.
Pero nada de esto sirvió la tarde del día anterior, tanta capacidad de percepción, tal desarrollo de los sentidos, de nada me sirvieron para prevenir aquello que me ocurrió.
Por eso esta vez estoy preparado, no solo estoy aquí sentado sino que en mi mano sujeto con fuerza la punta metálica.
No es una punta cualquiera o no, la hice yo mismo con acero y la equipé con un mango de madera robusto, para ejercer presión hasta el fondo. Es mi punta y esta vez nada ni nadie me va a sorprender.
Estoy solo en casa y he apagado todas las luces, esperando tranquilo y paciente, tranquilo y paciente…
En el segundo piso cruje una madera seca, es el suelo, vencido ya por los años y las termitas. Una brisa ha entrado arriba también, a través de una ventana que dejé abierta en la mañana para regar una planta que cuelga de la pared en su maceta. La brisa ha bajado al primer piso, la siento como una corriente marina o como electricidad estática. Hay un olor proveniente de la humedad acumulada en el baño, verdaderamente esta es una casa muy vieja, pero no me iré de ella, es la casa de mi niñez, de toda mi vida.
Con tantos estímulos me doy cuenta que mi mente, libre, divaga sin control. Mis párpados se comienzan a cerrar…
Me incorporo en la silla, sacudo la cabeza y toco la taza vacía frente a mí, esto parece disipar mi creciente semisueño. Me paro y voy a la cocina. Esta se encuentra bastante deteriorada y siempre está llena de hormigas, pero es para mí el lugar más acogedor de la casa, después de mi dormitorio. Aquí desayuno en las mañanas y escucho música en las tardes.
Me preparo un café, el cual siempre me ha parecido una bebida que incita al actuar, o que precede una conversación interesante.
Nuevamente en el comedor reviso que esté todo en su lugar y aguardo paciente el momento, sino llega para las siete de la tarde ya no lo hará pues a esa hora llega mi hijo del colegio y ya no estaré solo. Mi hijo se queda conmigo haciendo sus tareas escolares hasta que Isabel, mi esposa y su madre, vuelve del trabajo a las nueve.
En realidad somos una familia bastante sencilla, no tenemos muchas cosas pero por algún motivo hemos sido inmunes a esa suerte de compulsión que padece la gente por poseer más y más y cada vez más cosas sin que puedan entender como empezó todo…
Mi hijo, no obstante, parece estar infectándose, si tal cosa es posible, con este síndrome. Me doy cuenta que en la escuela ve a sus amigos con ropas y artículos electrónicos de moda y veo en su espíritu como si algo se marchitase; no puedo permitirlo. Pero debe entender que no es nuestra realidad, no podemos…No; en realidad me gustaría explicarle que la realidad del mundo es que algunos pueden y otros no y que esto no debería ser así, pero no encuentro herramientas para esto, como se lo explico, no lo sé.
Desde que tengo memoria he sido conciente de que los seres humanos podríamos vivir en una verdadera abundancia de todo tipo, incluida la material, pero siempre desenfoco la forma de llegar a esto, y entonces pasan días hasta que me vuelva a llegar la idea, pero nunca se concreta.
Pero, ayer todo cambió de una forma un tanto…, cuando uno tiene una idea uno tiene el control, debe enfocarla, verla de distintas perspectivas, mover pedazos de sucesos, de imágenes; manipular la memoria. Darle vueltas al asunto y luego pulirlo. Pero ayer fue como si un fugitivo me la arrojara al paso, mientras huía de algo, metiéndola en mi cabeza a la fuerza, pero escondiéndola.
Y aquí estoy, aguardando mientras tomo ocasionales sorbos de café, mientras el mundo gira todo alrededor ajeno a mí.
Entonces, de golpe, el aire de la sala fue succionado con un poder inmenso, y por un momento fue como si no quedase oxígeno que respirar; el sonido de la succión me hizo imaginar como si el aire se escapara por un tajo, por una rendija. Sentí un golpe, un impacto en mi cabeza que enderezó mi cuello dejándome la columna vertebral en línea recta, los músculos de mi cuerpo se pusieron en tensión, listos para actuar, mis nervios aumentaron sus transmisiones como un telefonista demente y de pronto me encontré en la silla en un estado de alerta increíble. Era un gato, no, un puma, una pantera lista para saltar…
Algo o alguien había entrado a la casa por la puerta principal y se encontraba en la sala de estar, frente a mí. Podía sentirlo, olerlo, escucharlo, percibir el volumen de su masa. Se encontraba frente a mí, observándome, estudiándome como la vez anterior, mientras el aire se reestablecía a mi alrededor.
Es el visitante.
Pero esta vez yo tengo en la mano la punta metálica.
Aquel ser intenta comunicarse conmigo, como la vez anterior. Emite sonidos, no es un idioma, no habla, emite sonidos. Pero estos generan pseudoimágenes en mi mente, es la inspiración del artista, el destello genial del científico, o la idea fugaz del escritor.
- Ha, ha, ha - reí. Esta vez estoy listo. Levanto la mano derecha sujetando la punta metálica y la hago bajar con fuerza listo para comenzar. Mi mano izquierda sujeta con presteza la celdilla braile y el papel, mientras el punzón de acero comienza a marcar los puntos, uno, dos…uno, uno, dos, uno… Sin prestar atención a lo que escribo en el papel me dejo embriagar por los sonidos y las imágenes que este ser proyecta en mi mente, son tan rápidas y a la vez tan completas y envolventes que me es imposible relatarlas de alguna manera. Mi mano en tanto trabaja con vida propia plasmando en braile algo que ya quedó segundos atrás en mi campo de atención dado en un determinado momento.
Estoy en el comedor escribiendo algo que ignoro, relatado por medio de un canal desconocido por un ser que no puedo ver. Pero que yo sea ciego no quiere decir que sea tonto. Sé que hay algo frente a mí en este momento, cualquiera lo sabría. Pero no me atemoriza, la vez anterior no me hizo ningún daño y no veo por que ahora ha de ser diferente.
Soy conciente de que he terminado de escribir en esta página, presuroso, tomo otra hoja y la coloco en la celdilla braile listo para comenzar nuevamente, entonces noto que uno a uno otros seres aparecen en el comedor, como si estuviesen saltando desde otra dimensión. Estas entidades se manifiestan como salidas de un espejo, tensando la escena y sus voluntades se imponen ante mí como montañas eternas.
En este momento, si bien no tengo miedo, me siento si muy vulnerable, como una persona que estuviera con los ojos cerrados en una calle atestada de gente. Reconozco que comienzo a experimentar vértigo, estos seres a los que no puedo ver me cohíben pero sus mensajes entran en mi cabeza, son imágenes…

Una niña africana desnutrida sentada sobre fecas…llorando…
Hombres alimentándose de desperdicios…como animales humanos…
Un grupo de personas ensamblando una bomba… una bomba nuclear…
Un laboratorio con militares… un cartel de alerta…Ébola…
Factorías ensamblando vehículos de guerra…
Científicos e ingenieros ideando artefactos de muerte…
Países armándose…

Guerra en medio oriente…
Guerrillas en Sudamérica…
Guerrillas en África…
Peste y hambre en África…
Terrorismo en Europa…
Terrorismo en Norteamérica…

Está ganando… ella está ganando…


Toco la hoja abriendo la celdilla, está llena. Cambio la hoja y comienzo a escribir nuevamente, mientras noto mi sudor en el mango del punzón braile.
La sensación de estar girando en un torbellino me invade de golpe. Imágenes, más de ellas, más y más, agolpándose unas con otras…

Sida…
Cáncer…
Una nueva enfermedad de turno permanente en espera…

Terremotos…
Tsunamis…
Maremotos…
Huracanes…
Incendios…
Sobrecalentamiento…

Desastres climáticos…

El planeta se está… se está volviendo hostil…

Otro cambio de hoja, me doy cuenta también de que me he pinchado con el punzón ya varias veces, estoy escribiendo demasiado rápido y sin prestar atención a lo que estoy haciendo, no puede ser, yo enseño braile a personas que han quedado ciegas hace poco. Yo las capacito para que entiendan que pueden seguir en el mundo como personas normales, útiles, que no son un estorbo y…
De golpe siento como si me empujaran por el hueco de un ascensor, cayendo, cayendo… Al fondo un mar etéreo de imágenes se mueve en un oleaje embravecido…

Violencia…
Represión…
Descontento…

Millones de personas jóvenes sintiéndose violentadas, reprimidas, protestando y reclamando por todo, es una excusa…, el motivo no importa, reclamando y protestando por todo…

Cada generación nueva es más violenta que la anterior…potencial, eventualmente…

Los niveles de violencia están aumentando…

Todo el planeta, ooohh todo el planeta… Violencia…

Ella está ganando…


Ya no puedo seguir más. Mi mente esta agotada, sobresaturada. He terminado esta hoja y la dejo junto con las demás. Pero estos seres continúan emitiendo esos sonidos, a manera de música, una música con una modulación tal que despierta mi centro creador. Sé que mucha gente escucha y gusta de temas musicales sin saber de que cantante son, o que dicen sus letras, sólo los escuchan porque el ritmo y los tonos que contienen generan en ellos cadenas de imágenes libres que aunque desestructurizadas, coinciden con cosas del mundo interno de estas personas. La mayoría de las veces generan reacciones conocidas, como la disposición para bailar o conversar, pero otras veces estas imágenes configuran para estados de conciencia superiores, que son usados por el psiquismo para crear lo que vulgarmente se conoce como iluminación, inspiración y otros estados superiores que no se pueden activar totalmente a voluntad.
Resignado tomo una nueva hoja en blanco y la coloco en la celdilla braile. Las imágenes se me arrojan encima como alimañas.

Si otro me cae mal no importa pasarlo a llevar… violentarlo…
Si otro violenta a una persona no importa si el primero es mi amigo…
Si a un amigo le cae mal alguien es porque esa es una mala persona…
Si me cae mal, lo que dice y hace es incorrecto aunque tenga razón…
Si me cae bien está en lo correcto aunque esté equivocado…

Millones y millones de personas viviendo sus vidas tranquilas, en paz…

Ella es perfecta…está ganando y nadie se da cuenta…Su sistema es…perfecto…
Sigan viviendo sus vidas en paz, no pasa nada…no pasa nada…


Porque me muestran esto, no lo entiendo, si en este momento lo estoy anotando que sentido tiene.
La hoja en la que trabajo está llena de puntos braile, la cambio sin saber cuanto más falta y recibiendo ya el nuevo torrente de imágenes. Pero sucede que este no es como los demás, no es invasivo como los anteriores, sino pausado, con calma y puedo verlo con la mente como si viera una película.
Millones de personas viviendo en paz, un sólo sistema de organización mundial, no hay países, no hay unidad de compra y venta, no hay armas… sólo gente viviendo en paz.

Centros de abastecimiento para las necesidades humanas…como supermercados, pero gigantescos… la gente va y las toma…las cosas, los alimentos, medicamentos, todo…echo por seres humanos para seres humanos…

Vehículos en las calles…la gente va y los usa para desplazarse y luego los deja para que otras personas los usen…son…son sólo máquinas…

Las necesidades básicas ya no existen como tales, todo el mundo las tiene cubiertas como ahora tenemos cubierta la necesidad de respirar…es…es un paraíso…es la evolución…

Ella no existe…

Los objetos que ahora compramos existen por millones…por millones…son hechos por máquinas y nadie se esclaviza a ellos…

La gente ya no trabaja, realiza labores para mantener… ese sistema…


Es el modelo… ¡Es el modelo!...
Este modelo es lo único que puede salvar al ser humano y ahora estoy viendo cual es la forma desde el presente, de llegar hasta él.
- ¡Es brillante! – grito, y de súbito me pongo en pié, volcando la taza de café y unos libros.
Entonces noto que los seres, uno a uno, desaparecen del comedor en medio de una vorágine de viento. Siento que pierdo la señal de su registro, uno a uno dejo de percibirlos hasta que me quedo completamente solo, parado frente a la mesa, aún maravillado por lo que he visto.
- ¡Es brillante! – digo en voz alta nuevamente, pero ya no gritando.
Demoro unos minutos en reponerme de todo lo ocurrido y en acostumbrarme a estar solo en la casa nuevamente, mientras el oxígeno, recién desaparecido, se reestablece con lentitud. Pero ahora la curiosidad gatilla en mí una renovada energía. Busco las hojas producto de mi trabajo y las dispongo ordenadamente sobre la mesa. Son seis hojas. Con la yemas de los dedos comienzo a tocar la primera, estudiándola con cuidado. Entonces la desilusión se apodera de mí.
Lo que he hecho con el punzón y la celdilla no es braile, no he escrito nada. Solo hay un montón de puntos que no dicen nada de nada. Llevo décadas enseñando braile, mi conocimiento de este increíble idioma es absoluto.
Pero entonces noto que los puntos, si bien todos juntos unos con otros, no ocupan toda el área de trabajo que permite la celdilla braile. Con la punta de la yema del dedo índice toco el perímetro del área echa con puntos y me doy cuenta de que es un cuadrado perfecto. Con una renovada esperanza toco las otras cinco hojas y si bien noto que tampoco dicen nada, también me doy cuenta de que son cuadrados perfectos y de paso, todos iguales entre si.
Turbado, me dejo caer en la silla sin comprender. Repaso en mi cabeza todo lo ocurrido tratando de entender lo que pasa, tratando de encontrar algún detalle que haya obviado y que me de alguna explicación.
Varios seres aparecen en mi comedor y proyectan en mi cabeza un mensaje complicado a través de un canal de comunicación increíble, para luego notar que se trata solo de seis cuadrados hechos de puntos. No tiene ningún sentido, eso, o se me está pasando algún detalle…
Nuevamente tomo la primera hoja y esta vez la reviso con la máxima precisión de la que soy capaz. Mecánicamente llevo la mano izquierda a un ángulo de la mesa que correspondería en un reloj a la posición de la hora 22:00 y tomo un cigarrillo del paquete. Lo llevo a mi boca y lo enciendo sin que esto enlentezca siquiera el trabajo de la mano derecha.
Cuando llevo fumada la mitad del cigarrillo doy un respingo en la silla y me inclino frente a la hoja como si pudiese verla. La superficie del cuadrado no está realmente echa por completo de puntos. En algunas zonas hay pequeñas canaletas en blanco, es decir, donde no marqué puntos. Esto me recordó las zonas en negrita que tienen los puzzles.
Pero eso no era todo. Las puntas de este cuadrado no eran perfectas.
Algunas veces, cuando hago dibujos en la celdilla estos me quedan con pequeñas imperfecciones, me faltan o me paso en unos cuantos puntos, como una persona que se equivocase al tejer una prenda de lana. En este caso, dos de las puntas presentaban imperfecciones producto de unos cuantos puntos de más que arruinaban los ángulos perfectos de un cuadrado, con un conglomerado de puntos incorrectos. En las otras dos puntas faltaban unos cuantos puntos, como si fuesen un queso suizo, o una tela apolillada. Y por supuesto que los otros cinco cuadrados presentaban errores parecidos.
El problema es que para mí estos no podían ser errores, la única explicación que encontraba era que estas imperfecciones eran en realidad una especie de código.
¿Pero cuál?
Afuera un vehículo se detiene justo frente al árbol donde todos cuelgan la basura. Se escucha una puerta corredera abrirse, un griterío, y la puerta cerrándose nuevamente. Luego la puerta metálica del condominio se abre y se cierra de golpe.
Es mi hijo, ha vuelto del colegio, el tiempo ha pasado volando y no me he dado cuenta. Se abre la puerta principal y
mi pequeño niño avanza hacia mí con sus característicos saltitos; me abraza con ternura…
- Hola papito.
- Hola mi amor ¿Cómo te fue en el colegio hoy? – le pregunto mientras lo retengo, prolongando su abrazo.
- Bieeenn - me responde con dulzura, a la par que enciende las luces de la casa-. ¿Qué estás dibujando papi?
- Nada hijo, es…- evoco las hojas como si fuesen peligrosas, la presencia de mi hijo no es lo suficientemente fuerte como para que olvide lo que acaba de suceder.- Son unos dibujos que me enviaron unos amigos desde Europa, pero no los entiendo. - Miento y estiro la mano derecha para comenzar a guardarlos.
No obstante mi hijo se me adelanta y los toma.
- Que raro – dice.
- ¿Qué es lo raro hijo?
- No sé…Déjame ver bien…
Como si fuese un programa de computación; la mente de mi hijo, decenas de generaciones más actualizada que la mía, arroja una respuesta que me descoloca por completo.
- Se ensambla - replica mientras escucho las hojas pasar entre sus dedos – Se ensambla como un puzzle. Los puntitos que sobran en las puntas se ensamblan precisos en las puntas que tienen puntos de menos…
Antes de que pueda decir algo, escucho el característico sonido de un corta cartón al salir su hoja del mango.
- Hijo… ¿Qué vas a hacer?- le pregunto entre preocupado e intrigado.
- Voy a recortar los cuadrados de las hojas con mucho cuidado para no romper ningún puntito y después voy a ver como se arman papi.
Lo escucho primero despejar la mesa y luego cortar los cuadrados para moverlos y acomodarlos reiteradamente sobre la superficie lisa. Al cabo de un rato se da por vencido y se desploma sobre la alfombra, pensativo. Sé que me está mirando.
Sucede que no importa como se coloquen los cuadrados, la figura mayor resultante siempre tendrá errores en sus lados y puntas y las “ranuras” en blanco tampoco dicen algo. No obstante, un principio comienza a ganar lógica en mi cabeza. Los cuadrados han fallado en nuestro intento de crear una figura sobre la mesa, una figura plana sobre la mesa, pero no hemos…
- ¡Un cubo!- grito con vehemencia.- ¡Hijo, es un cubo! Son seis cuadrados, los seis lados de un cubo.
Escucho a mi niño pararse como accionado por un resorte y tomar nuevamente los cuadrados. Casi puedo ver como trabaja y adivino que está haciendo. Con la ayuda de cinta adhesiva intenta acomodar los cuadrados de manera que encajen en forma perpendicular los lados verticales y como un todo las bases horizontales, que cierran el cubo a manera de suelo y techo.
- ¡Papá, papá! ¡Lo armé, lo armé, está listo!- me grita triunfante.
Desesperado extiendo las manos y tomo con delicadeza el cubo braile de papel. Es extraño, tenerlo entre mis manos me causa una sensación desconocida y desagradable, como si esta encerrase una finalidad inevitable, pero a la vez necesaria.
Una sensación…
Con las yemas de mis dedos libres toco los puntos de los lados, de las bases; de arriba a abajo, de abajo hacía arriba, de derecha a izquierda y viceversa, en diagonal y girando el cubo como enloquecido, pero no logro leer nada. Es imposible, los puntos no dicen nada. Pero las ranuras me llaman la atención. Mi hijo me dice que mirando por cualquiera de ellas hacia el interior del cubo, es imposible ver hacia afuera, es decir que ninguna de ellas están enfrentadas entre si.
Comienzo a manipular la figura como si fuese un prisma, usando como base hipotética una de sus “puntas” en vez de alguno de sus lados y entonces noto con emoción que mis dedos encajan de una manera completamente perfecta en las ranuras. No es una coincidencia, es imposible. Me doy cuenta que el cubo está diseñado para superar su naturaleza geométrica, matemática, universal. Está hecho en función de los seres que lo operan, las ranuras sólo funcionan con los dedos humanos cuando están inclinadas y ladeadas, como sólo ocurre al poner un cubo como si fuese un diamante, transformando los lados de cuadrados a rombos. Nuevamente toco con las yemas de mis dedos libres los puntos, sin notar como cada vez más me he ido alejando de la realidad, consumido.
Puedo ver. Mi casa ha desaparecido y en su lugar estoy en una estancia de paredes de colores que se mueven como si fuesen telas al viento, el suelo es transparente y por él puedo ver la noche eterna del espacio decorada de infinidad de estrellas y cuerpos celestes, el planeta Tierra flota a corta distancia y mi pequeño hijito está tirado muerto cerca de mí. Mi hijito… está muerto, muerto…Miro arriba. Una bruma negra infinita flota espectral como único amo del universo, es el techo de mi estancia y envuelve al planeta Tierra también, con la facilidad de quien aferra una uva con la mano…Caigo de rodillas mientras rompo a llorar consumido por el sufrimiento.
Mis brazos se agitan hacia adelante como atacados por un espasmo arrojando el cubo de papel hacia algún lugar del comedor mientras conmocionado trato de parar de llorar. Siento que alguien me toma de los hombros.
- Papi, papi ¿Qué te pasa?- pregunta mi hijo. Su voz está cargada de miedo y preocupación.
Apelando al máximo control del que soy capaz me incorporo en la silla y me calmo, mientras entiendo lo sucedido y me afirmo a mí mismo que no ha pasado nada.
- Nada hijo, nada, cálmese. Me dio una punzada en el corazón, pero ya se me pasó- le digo mientras lo aferro a mis brazos con aprensión, mitigando en el pecho un nuevo llanto naciente.
- Papi ¿Quieres que tire el cubo a la basura?- me pregunta con una increíble intuición.
- No hijo, no, pásamelo, tengo que aprender a usarlo.
- ¿Por qué…?
- Porque tiene información hijo, porque tiene una valiosa información, es una guía- le digo, mientras recuerdo que mientras tuve la visión, mis dedos leyeron en los puntos dos palabras ocultas: La Tiniebla.
- ¿Una guía para qué papi?- me pregunta con inocencia.
Entonces estiro una mano y le acaricio la cabeza a aquel ser que es una extensión de mi voluntad, de mi conciencia y que heredará esta tierra.
- Una guía para la nueva conciencia colectiva de este planeta. Una guía con los pasos a seguir para dirigir la última avanzada contra…Las cosas van a cambiar hijo, pronto, muy pronto, van a empezar a haber cambios. Va a despertar una conciencia colectiva poderosísima en la gente, primero será en unos pocos y luego en más, van a comenzar a nacer personas diferentes. ¿Entiendes amor?
- Mas o menos papi…
- No te preocupes- le afirmo con una sólida convicción.- Pronto lo entenderás hijo, pronto lo entenderás…







Hugo Dey 13/03/2007

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